Murió Konrad Lorenz, uno de los creadores de la teoría del caos




Murió a los 85 años. Es reconocido como un pensador del caos. Se le recuerda porque actualizó un proverbio chino: "Puede el aleteo de una mariposa en el Amazonas, ¿provocar un tornado en Texas?'

Quisiera rendirle homenaje con una cita extraída del libro 'La Salud desde una visión autopoiética':

5. El Caos Creador

Podríamos atrevernos a aseverar que el Caos es creador?

“Para la ciencia y la física clásica el orden está asociado con el equilibrio y el desorden con el no-equilibrio; pero en los seres vivos el orden se asocia con estar alejado del equilibrio para mantener una dinámica que es su vida, que es su orden; el equilibrio es un desorden que lleva a la muerte. (Payán)

¿Cómo entender que el ser humano es un caos?

De acuerdo con el 2º principio de la termodinámica los organismos para mantener su orden estructural, digámoslo así, deben eliminar la entropía, es decir, eliminar la energía producida por el desorden molecular y sus millones de reacciones enzimáticas, la cual contiene dos elementos “dialécticos”: un elemento creador de desorden y un elemento creador de orden. El desorden, según Prigogine, puede ser asociado a los fotones, mientras que los portadores de orden son los bariones. En un universo formado sobretodo de fotones, los bariones navegan a través de él. Los fotones se van enfriando en la medida en que se dilata el universo. Los bariones por el contrario son objetos del no-equilibrio, son los supervivientes de los primeros momentos del universo; son los que contenían potencialmente las galaxias, los planetas, la vida. (Prigogine, El Nacimiento del Tiempo.) Según esto, los seres vivos eliminan la entropía en forma de calor y esta emanación de calor de nuestro cuerpo no es más que la liberación de fotones.

El caos (no-equilibrio) permite a las partículas interactuar a larga distancia, produciendo la construcción de estados coherentes, lo que no significa que se pueda definir como estados lineales. Por el contrario, desorden se equipara a no-linealidad en el comportamiento de la materia (o los sistemas) con muchas soluciones posibles (multiplicidad) a su estado y creando nuevos estados físicos.

De esta manera, estos sistemas tienen un propio orden cambiante, no adaptables a modelos, que se van auto-eco-organizando en la búsqueda de su propósito: mantener la vida. Estas estructuras de no equilibrio son las más frecuentes en el universo y el ser humano pertenece a él.

La vida es por tanto inestabilidad, caos, y es precisamente esta inestabilidad la que hace que veamos nacer y desaparecer estructuras en tiempos geológicos. (Prigogine). La vida y la muerte son fáciles de entender si aplicamos los principios del caos a nuestra existencia, y con ello desmitificamos estos fenómenos. Somos fenómenos inestables y del fin de un fenómeno se inicia un fenómeno nuevo.

El caos creador va produciendo orden. Subyacente a ese caos está el orden que no necesariamente es equilibrio (equilibrio en los seres vivos es la muerte). Del caos producido por los millones de reacciones enzimáticas de las células del cuerpo humano nace el orden de la vida. Y estar vivo no solamente es tener unas moléculas interactuando entre ellas, sino que es mucho más: emociones, sentimientos, pensamientos. No somos la suma de la agregación de nuestras células. Somos mucho más. Somos vida y la vida es existir, sentir, pensar...Cada órgano tiene conciencia del todo, son partes integradas totales, dinámicas, no lineales del ser; están integradas las 24 horas del día: órganos y aparatos del cuerpo, mente y emociones y espiritualidad, en una total interrelación, de tal manera que si algo afecta la parte tendrá repercusiones en otras partes y en todo el organismo. De igual manera lo que afecte todo el ser, repercutirá en ese todo y en cada una de las partes.

Pero, para ver el ser humano como un todo, debemos verlo también relacionado social, cultural, económica y políticamente con su medio, así como un todo relacionado con el resto del universo, del cosmos. Ese todo siempre lo veremos de manera incompleta. Así como cuando accesamos (un nuevo verbo informático) una página de internet (una ventana) vemos solo una pequeñísima parte del todo y debajo subyace el caos de millones de informaciones contenidas en los miles de servidores de la red, así también cuando abordamos a otro ser humano (o a otro ser vivo o no vivo) percibimos solo la pequeñísima parte de la ventana que perciben nuestros sentidos.

Es perfectamente válido, entonces, hacer la valoración del ser humano con una gran incompletitud, lo que llaman la información ausente. ¿Alguna vez se han preguntado lo que vive una persona ante una cirugía? Miremos someramente ese caso. El modelo médico-sanitario vigente contempla el arrancamiento de esa persona de su medio social y familiar. Es internado en un hospital y vive las 24 horas del día rodeado de personas completamente extrañas. Es sometido a exámenes (agresión, por los puyazos) de laboratorio y de gabinete, no sabe exactamente para qué. Además vive la incertidumbre de qué le harán durante la cirugía, cómo le irá en ella, si morirá o no, si sentirá dolor o no, si quedará bien o no. Esta situación de incertidumbre producirá en ese hombre o mujer una carga emocional que hace que su sistema nervioso (cerebro, médula, nervios) y todas las glándulas secreten una gran cantidad de neurotransmisores (entre ellas las catecolaminas), que a su vez producirán efectos en el sistema cardiovascular (aumento de la presión arterial, la frecuencia cardiaca, las resistencias vasculares periféricas), efectos en el páncreas que a su vez secretará mayor cantidad de insulina, y habrá mayor liberación de glucosa; todo para preparar al organismo para soportar el evento quirúrgico.

El médico encargado de evaluar el estado físico-atlético de esa persona es el anestesiólogo, el cual deberá saber, por formación o por intuición, cómo disminuir el estrés de esa persona y en la sala de cirugía será el responsable de la correcta homeostasis durante el acto operatorio. En resumen, el médico anestesiólogo debería abordar con un enfoque holístico a esa persona para ayudarlo a enfrentar positivamente el evento anestésico-quirúrgico, manejar creadoramente el caos producido en su organismo y buscar lograr su recuperación de la mejor manera posible o que en el peor de los casos entienda que todo lo que le acontece es parte de su proceso vital. Sin embargo, son miles y miles las situaciones e informaciones que se escapan a su análisis: historia familiar, preocupación por el trabajo, por los hijos, por la mujer, historia social, la no asistencia a la mejenga, etc, etc.

En fin, la totalidad del ser humano en interrelación con su comunidad, su sociedad, con el planeta y con el cosmos, siempre nos llegará con una gran dosis de incompletitud. Saberlo nos hará ser cada día más humildes y solidarios.



5.2. La influencia sutil en salud

Crear el caos (Primera ley del caos médico)

Dice Ilya Prigogine que el caos posibilita la vida y la inteligencia. En el no-equilibrio, o caos, la materia es sorprendentemente creativa de propiedades nuevas y hay gran variedad de comportamientos posibles en torno a una situación dada. Por ello, estamos plenamente de acuerdo con Prigogine cuando plantea que el caos es supremamente creador. (Prigogine I. El Caos creador www.inisoc.org/ )

Creatividad que merece la pena ser contemplada de cerca y también de lejos. “La formación de sistemas disipativos ordenados demuestra que es posible crear orden del desorden” —explicaba el Nóbel- “El no-equilibrio es creador de estructuras, llamadas disipativas porque sólo existen lejos del equilibrio y reclaman para sobrevivir una cierta disipación de energía y, por tanto, el mantenimiento de una interacción con el mundo exterior. Al igual que una ciudad que solamente existe en cuanto que funciona y mantiene intercambios con el exterior, la estructura disipativa desaparece cuando deja de ser "alimentada".”

En consecuencia, vivir la vida en caos es completamente consecuente con nuestros planteamientos de crear una nueva forma de vivir la vida. Llevemos la vida en general a una situación de no equilibrio, para que de ese no-equilibrio, surjan en toda su potencialidad las nuevas formas de ver la vida. No es propugnar por una reforma, o un “cambio”, de acuerdo con las normas uniformizantes del paradigma imperante como vamos a lograr que el nuevo paradigma –el del caos creador- logre captar las inteligencias adormecidas de los siglos de siglos de control absoluto por el viejo paradigma.

Ciertamente como nos dice Prigogine, “las situaciones cercanas al equilibrio están caracterizadas por un mínimo de alguna cosa (energía, entropía, etc.), al que una reacción de pequeña amplitud las hace retornar si se alejan un poco de él. Lejos del equilibrio, no hay valores extremos. Las fluctuaciones ya no son amortiguadas. En consecuencia, las reacciones observadas lejos del equilibrio se distinguen con más nitidez, y por tanto, son mucho más interesantes. En el equilibrio, la materia es ciega, mientras que lejos del equilibrio la materia capta correlaciones: la materia ve. Todo esto conduce a la paradójica conclusión de que el no-equilibrio es fuente de estructura.”

Y para hacer que la materia vea, y vea de tal manera todas las correlaciones que tiene que ver, nada más cierto, y adecuado, que llevarlas lo más lejos posible del equilibrio a fin de que no haya amortiguaciones de las fluctuaciones. Al respecto, el Nóbel nos dice: “Se distinguen dos tipos de sistemas, los sistemas estables y los sistemas inestables. Entre los sistemas inestables, hay un tipo particularmente interesante, asociado con el caos determinista. En el caos determinista, las leyes microscópicas son deterministas pero las trayectorias toman un aspecto aleatorio, que procede de la "sensibilidad a las condiciones iniciales": la más pequeña variación de las condiciones iniciales implica divergencias exponenciales. En un segundo tipo de sistemas, la inestabilidad llega a destruir las trayectorias (sistemas no integrables de Poincaré). Una partícula ya no tiene una trayectoria única, sino que son posibles diferentes trayectorias, cada una de ellas sujeta a una probabilidad.”

Más adelante nos clarifica: “Agruparemos estos sistemas bajo el nombre de caos. ¿Cómo tratar este mundo inestable? En vez de pensar en términos de trayectorias, conviene pensar en términos de probabilidades. Entonces, se hace posible realizar predicciones para grupos de sistemas. La teoría de caos es algo semejante a la mecánica cuántica. Es necesario estudiar en el ámbito estadístico las funciones propias del operador de evolución (hacer su análisis espectral correspondiente). En otros términos, la teoría del caos debe formularse a nivel estadístico, pero esto significa que la ley de la naturaleza toma un nuevo significado. En lugar de hablar de certidumbre, nos habla de posibilidad, de probabilidad.”

Y hablar de probabilidad es hablar de cosas nuevas, de creación de cosas, o estructuras, o situaciones nuevas, que nada tienen que ver con las condiciones iniciales. “Pero el caos no explica todo. La historia y la economía son inestables: presentan la apariencia del caos, pero no obedecen a leyes deterministas subyacentes. El simple proceso de la toma de decisión, esencial en la vida de una empresa, recurre a tantos factores desconocidos que sería ilusorio pensar que el curso de la historia puede modelizarse por medio de una teoría determinista.”
Es por ello que “el sistema caótico pone en cuestión la noción misma de causalidad. La idea de causa ha estado siempre, más o menos explícitamente, asociada a la noción de "mismo", necesaria para dar a la causa una capacidad operativa. "Una misma causa produce, en circunstancias semejantes, un mismo efecto". "Si preparamos dos sistemas semejantes de la misma manera, obtendremos el mismo comportamiento". Incluso los historiadores, cuando invocan una relación de causalidad, se arriesgan a pensar que si las circunstancias hubieran sido ligeramente diferentes, si el viento hubiera soplado menos fuerte, si tal persona hubiera elegido llevar una ropa diferente, la situación que analizan, en lo esencial, no se habría modificado. Este riesgo es el de toda descripción, el de toda definición. Tanto las palabras como los números tienen una precisión finita. Toda descripción, verbal o numérica, define una situación no como idéntica a sí misma, sino como perteneciente a una clase de situaciones todas compatibles con la misma descripción. Así, si observamos un sistema caótico partiendo de dos estados iniciales tan semejantes como queramos, veremos evoluciones que divergen con el paso del tiempo de forma exponencial. El comportamiento de un sistema caótico, a pesar de ser descrito por ecuaciones deterministas, es esencialmente no reproducible. (Prigogine I. El Caos creador www.inisoc.org/ )

Con ello lo que queremos llevarlo a pensar es que para llegar a una nueva situación, la contraria al equilibrio por el que propugna el sistema imperante, debemos crear esos sistemas caóticos, sin que nos ciegue el hecho que el resultado puede ser totalmente imprevisto e imprevisible. Probablemente, el resultado de ese no-equilibrio, sea una situación de relativo equilibrio, o de inestabilidad total que irá desembocando cada vez más en situaciones nuevas, también alejadas del equilibrio y en transformación constante.

Esas estructuras o sistemas disipativos, creados a partir del caos, seguirán disipando energía e irán permitiendo la creación de estructuras nuevas en correspondencia de su atractor caótico. Que en el decir de Prigogine: “Cada estado de un sistema dinámico integrable contiene, ya lo he señalado, su pasado y su futuro. El comportamiento caótico nos lleva a situar el presente, a caracterizar lo que el presente puede decirnos del futuro por su horizonte temporal. Sea cual sea la precisión de la definición de un estado, existe un tiempo de evolución después del cual esta definición habrá perdido toda pertinencia: más allá de este horizonte, la noción de trayectoria individual pierde su sentido. Como un verdadero horizonte, el horizonte temporal de los sistemas caóticos diferencia entre lo que podemos "ver" desde donde estamos y el más allá, la evolución que ya no podemos describir en términos de comportamiento individual sino sólo en términos de comportamiento errático, común a todos los sistemas caracterizados por el atractor caótico. Por supuesto, podemos intentar "ver más lejos", prolongar el tiempo durante el cual podemos prever una trayectoria, aumentando la precisión de su definición, restringiendo la clase de los sistemas que consideramos como "los mismos", pero el precio a pagar se vuelve rápidamente desmesurado: así, para multiplicar por diez el tiempo durante el cual la evolución se mantiene previsible a partir de sus condiciones iniciales, debemos aumentar la precisión de la definición de estas condiciones hasta un factor de e...”

Para no perder el sentido, debemos entonces recordar que el caos también posibilita la inteligencia, que es ni más ni menos, la que nos permitirá ir viendo el presente y el más allá, ya que cuando creemos que no podemos prever nada, todo lo dejamos al azar, o al caos. Nada más alejado de la realidad, decían las abuelas.
“Los instrumentos conceptuales producidos por la física de los sistemas disipativos ya no son los instrumentos de un juicio, destinado en principio a diferenciar entre las apariencias anecdóticas, circunstanciales, y una verdad general –nos decía Prigogine-. Son instrumentos de exploración, susceptibles de engendrar nuevas cuestiones, de suscitar distinciones inesperadas. Así ocurre por ejemplo con el descubrimiento de la gran diversidad de los atractores. Ya he aludido a los atractores "puntuales", el estado de equilibrio principalmente, a los atractores periódicos, que traducen los "relojes químicos". Pero conocemos desde hace algunos años atractores caóticos que confieren a un sistema, descrito sin embargo por ecuaciones deterministas, un comportamiento errático. (Prigogine. El redescubrimiento del tiempo.)”

Son precisamente esos atractores caóticos los que debemos buscar en cada situación determinada a fin de ir creando el caos, porque “nos encontramos en un período "bisagra" de la ciencia. Hasta el presente, el pensamiento ponía el acento sobre la estabilidad y el equilibrio. Ya no es así. El propio Newton sospechó la inestabilidad del mundo, pero descartó la idea porque la encontró insoportable. Hoy, somos capaces de apartarnos de los prejuicios del pasado. Debemos integrar la idea de inestabilidad en nuestra representación del universo. La inestabilidad no debe conducir al inmovilismo. Al contrario, debemos estudiar las razones de esta inestabilidad, con el propósito de describir el mundo en su complejidad y comenzar a reflexionar sobre la manera de actuar en este mundo. Karl Popper decía que existe la física de los relojes y la física de las nubes. Después de haber estudiado la física de los relojes, ahora debemos estudiar la física de las nubes.”

La idea central entonces se traduce en el desarrollo de la acción caótica como fuente transformadora del ser humano y de la sociedad, que nos lleva, si somos consecuentes dialéctica-dialógicamente, a la búsqueda y el desarrollo de acciones y atractores caóticos para crear la nueva sociedad, en completa armonía –que no equilibrio- del ser humano consigo mismo, con sus semejantes, con la madre Tierra y con el cosmos.

“La física clásica estaba fundada sobre un dualismo: por un lado, el universo tratado como un autómata; por otro lado, el ser humano. Podemos reconciliar la descripción del universo con la creatividad humana. El tiempo ya no separa al ser humano del universo.” (Ibid) http://www.inisoc.org/

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