La Medicina y el aleteo de una mariposa
Hernando Vanegas Toloza.
Cuando los creadores de la teoría del caos plantearon que “¿Provoca el aleteo de una mariposa en Brasil un tornado en Texas?”, no imaginaron siquiera el alcance que tendría tal formulación. Hoy vemos “efectos mariposa” por doquier. Los vemos y los comprobamos. La medicina no podría ser la excepción.
Al respecto nos dicen John Briggs y F. David Peat en su obra “Las siete leyes del caos” que “unos cuantos granos de polen que provocan un ataque de fiebre del heno en alguien” son un ‘efecto mariposa’. Si midiéramos el efecto de los granos de polen por su dimensión (invisibles al ojo, algunas de 20 nanomicras) podríamos considerarlos como despreciables. Sin embargo la amplificación que se produce una vez se ha desencadenado la cascada inflamatoria va desde la liberación de moléculas (anticuerpos, histaminas, etc), pasando por efectos sobre otras moléculas, sobre las células (liberación de moco) y los órganos y aparatos (inflamación y edema de laringe, por ejemplo), hasta compromiso de todo el organismo (urticaria, asfixia y muerte). 1
De esta manera se producen en el organismo humano a toda hora y todas las horas fenómenos de amplificación con su consiguiente retroalimentación positiva y negativa. Que equivaldrían a nuestras “mariposas” internas que están aleteando permanentemente. Generalmente son partículas diminutas que desencadenan la amplificación creando su propio vórtice. Hemos visto simplificadamente y un poco mecánicamente como actúan los granos de polen. Pero ‘así’ actúan miles de “alergenos” que ingresan a nuestro organismo.
Sin embargo, ¿por qué unos organismos responden desencadenando la cascada alérgica y otros no? ¿Por qué unos seres son sensibles y otros no? ¿Por qué unos organismos responden a la exposición a los alergenos por primera vez y otros necesitan exposiciones repetidas? Unos organismos responden a la primera exposición de un alergeno por una respuesta idiosincrásica, ampliada, mientras otros necesitan ser sometidos a exposiciones repetidas. En este caso cada nueva exposición va produciendo retroalimentación, y va “acumulándose hasta que aparece una resonancia y el efecto total estalla en un caos. (…) La resonancia ocurre cuando los sistemas vibran u oscilan en simpatía unos con otros, de modo que las menores conexiones entre ellos magnifican gradualmente su interacción mutua.” 1
Evidentemente estos no son efectos lineales ni pueden abordarse desde la óptica causa-efecto, precisamente porque una de sus características fundamentales es que son efectos no-lineales, llenos de particularismos o ‘individualidades’, “activos e interactivos, animados por retroalimentaciones no lineales y con la capacidad de producir cualquier cosa, desde sistemas autoorganizados hasta autosemejanzas fractales, pasando por el desorden caótico e impredecible.” (Piggs pg 207)1
En este nivel aparecen entonces algunos principios del pensamiento complejo, como el de recursión, el cual “está asociado a la idea de bucle retroactivo, pero va más allá de la idea cibernética de regulación. (…) Conduce al pensamiento complejo a las ideas de autoproducción y autoorganización”. Entrelazando estos tres conceptos podemos comenzar a comprender los sistemas complejos y en especial la vida si consideramos que una simple célula representa el microcosmos fractal del cosmos concretizado por la vida sobre la Tierra. 2
Allí surge entonces la pregunta mil veces formulada: ¿Qué es la vida? Al decir de Ilya Prigogine, “la vida es el tiempo que se inscribe en la materia. (…) La vida es el reino de lo no-lineal, la vida es el reino de la autonomía del tiempo, es el reino de la multiplicidad de las estructuras.” 3
Pero más que eso: ¿Qué es el cuerpo humano? Según el maestro Julio César Payán es un sistema biológico de alta complejidad con 30 billones de células, con unas 500 millones de moléculas enzimáticas a un promedio de 30 mil reacciones enzimáticas por segundo y por célula, termodinámicamente abierto, en constante intercambio de materia y energía con el medio (ecología); influenciado por la temperatura, la humedad, las corrientes de agua subterránea, el campo electromagnético, la posición de los astros, la composición del aire (contaminado o no) y de alimentos (transgénicos o no), la dieta, el trabajo, la familia, las relaciones interpersonales; mis pensamientos, tus pensamientos y emociones; los quantums, bariones y fotones., etc. Todo eso nos hace únicos, irrepetibles, con un caos estructurado individual (auto-eco-organizado). 4
El ser humano es entonces una estructura compleja, termodinámicamente abierta, que contínuamente se está renovando a sí misma, lo cual es lo mismo que decir con Humberto Maturana, que es una organización autopoiética, que mediante su metabolismo (metabolismo significa cambio) está manteniendo su homeostasis, y así su integridad como ser vivo. 5
El ser humano está vivo en la medida en que permanece en interrelación autopoiética con su medio, independientemente de que esta interrelación sea o no la más adecuada. Cuando se da una interacción destructiva, el ser humano se muere por la desaparición de la correspondencia con su nicho. Pero, ¿cómo aletea ese ser humano ante la presencia de impulsos externos como un alergeno? En primer lugar es necesario aclarar que para que el organismo reconozca un alergeno como extraño tiene que saber reconocer sus propias estructuras, es decir, lo que Francisco Varela llama el ‘primer registro del Ser’. 6
Entra en juego entonces lo que en medicina se denomina Inmunidad que implica el más profundo reconocimiento íntimo del organismo como primer e imprescindible paso para adelantar su tarea. Que según Varela conlleva a “introducir un marco conceptual y metáforico sustancialmente diferente” contrapuesto a las metáforas militares predominantes, el cual ‘subraya las capacidades cognitivas y de autoorganización de los procesos inmunitarios”. 6
Este sistema inmunitario debe tener la capacidad de reconocer diversos perfiles moleculares, aprender para saber cuáles moléculas son propias, y aprender a reconocer las extrañas, y desarrollar su memoria para conservar el recuerdo de las nuevas, a fin de producir las moléculas llamadas anticuerpos, todo en una íntima red cognitiva, imprescindible para el reconocimiento íntimo de lo que Varela llama el ‘yo/ no-yo’. Para más profundas interioridades les recomiendo leer el citado libro de Varela, toda vez que una explicación detallada la encontrará allí. 6
En todo caso, los anticuerpos se unen a muchas moléculas del yo en el embrión y en el adulto, y sin embargo no ocurre el horror autotoxicus, (de ataque a sus propias moléculas), debido a que hay anticuerpos libres y otros unidos a las membranas celulares, unidos unos a otros formando una red, lo cual les confiere su propia dinámica, o si se quiere su propio aleteo, afirmando la identidad del cuerpo. Para decirlo en palabras de Varela: “La danza mutua entre el sistema inmunitario y el cuerpo es … la que permite al cuerpo poseer una identidad cambiante y plástica a lo largo de su existencia y de sus múltiples interacciones.” Esta danza de la vida es precisamente uno de los efectos mayores del aleteo de nuestras mariposas internas, y “en lugar de ser una reacción contra los antígenos, es una empresa positiva y creativa”. 6
De algo que podría haber sido destructivo para nuestro organismo, resulta un evento positivo que afirma nuestra intimidad. Allí continúan danzantes, alborozadas, creando caos y estableciendo conexiones de red para dimensionarnos hacia nuevas vivencias, ya que a pesar de que cada mariposa aletea en su ambiente local, crea una cooperación global cuando todos los aleteos van logrando la sincronía de la danza.
Y de esa manera en esa estructura compleja que es nuestro organismo permanecen danzantes ininterrumpidamente nuestras 500 millones de moléculas enzimáticas a un promedio de 30 mil reacciones por segundo, en cada una de los 30 billones de células que componen nuestro ser. ¿Se imaginan? Qué algarabía molecular se forma en nuestro cuerpo que permanece a pesar de todo aparentemente silencioso y que si alguna manifestación percibimos de esa danza maravillosa sólo la sentimos por el calor que emana de nosotros (entropía). Sin saberlo todos nosotros queremos sentir esa danza cuando a la mujer amada –u hombre amado- le decimos poéticamente que ‘sin tu calor me siento muerto…’, entrelazando así sentir corporal y sentir amor, dos ‘sentires’ diferentes y entrelazados al tiempo que nos hacen experimentar ‘mariposas en el estómago’.
Y en estos aleteos tenemos que reconocer que no solamente las moléculas son las que aletean. También nuestro sistema nervioso, nuestra psiquis, y nuestro sistema endocrino, para comprender que es el sistema psico-neuro-endocrino-inmunológico el que está permanente e incansablemente ‘volando’ cual mariposa. Creando vórtices en su vuelo errático, aparentemente sin dirección. Que siempre nos lleva a efectos positivos, así muchas veces creamos que son negativos.
El efecto terapéutico del aleteo de una mariposa
En consecuencia, entendiendo un poco el ‘efecto del aleteo de una mariposa’ podemos llegar a comprender que cambios sutiles en nuestras vidas llegan, a la larga, a producir efectos positivos inmensos. Cambiar la actitud ante la vida, enfrentar los problemas de la vida diaria con optimismo, con seguridad, son ‘aleteos de mariposa’ en nuestro interiorísimo Ya que va produciendo efectos que van impresionando a nuestros vecinos, amigos, compañeros de trabajo, porque la energía que irradiamos a través de nuestra piel, nuestro ‘calor’, es positivo y llega a impactar a los seres que tenemos a nuestro alrededor.
Si nuestra energía es negativa, si estamos desesperanzados ante la crisis estructural que vivimos, ante la escasez de recursos, ante el oscuro panorama que vemos por la televisión, ante los muertos sin razón de aquí y de allá, podemos comenzar a cambiar esa energía mediante ciertos métodos que cambien esa energía. Yo particularmente recomiendo la meditación profunda, y si es posible y lo tiene a la mano, unas sesiones Reiki. 5 Meditar es sencillo, no requiere esfuerzo y carga de energía positiva nuestro organismo. Siéntese cómodo, no cruce ni brazos ni piernas, y comience a dejarse llevar, integrándose con el medio que lo rodea, ojalá escuchando una música de su agrado, suavemente. Déjese llevar…
Así de esta manera, comenzará a cambiar la propia percepción, comenzará a aprender a respirar, y con el paso de los días percibirá un cambio personal, en su visión ante la vida. Lo cual no significa, que usted dejará de lado los problemas. No, de lo que se trata es que con ese cambio personal, interiorísimo, comenzará “el proceso de transformación de la con-ciencia, el cual es un evento transformador a nivel social”, según nos dicen Priggs.
Los maestros del Caos nos señalan: “Los problemas médicos, sociales e individuales, tienen todos una dinámica holística. Así pues, ¿deberíamos declarar la guerra a las drogas o empezar a examinar seriamente el engranaje de factores que, dentro de nuestra sociedad, provoca que tanta gente joven recurra a las drogas? ¿Debemos aportar fondos sin fin para redadas en las que capturar a los capos de la droga, o debemos revisar los acuerdos internacionales que mantienen bajos los precios del café y que hacen que sea más provechoso plantar droga que cultivar café? Dicho de otro modo, ¿no deberíamos centrarnos en cómo se relaciona el abuso de las drogas con lo que somos como sociedad en el mundo moderno? Desde ese enfoque holístico quizás pueda emerger un nuevo tipo de acción” 1 (pg 214-215)
Y así de esta manera, aprenderemos a encarar todos y cada uno de nuestros problemas y a buscar sus soluciones. Incluso si se tiene una enfermedad, esta la debemos encarar como parte de nuestro proceso vital; en la medida en que entendamos que nos hemos enfermado porque necesitamos adecuar o recuperar nuestra armonía interna, o con el medio, natural o laboral, en esa medida enfrentaremos la vida con mayor fuerza y optimismo y las soluciones no nos parecerán tan lejanas ni imposibles. De esta manera está poniendo a volar sus mariposas internas.
Pero si no es capaz de hacerlo, no tema. Puede consultar a un médico alternativo, homeópata, acupunturista, terapista neural; o a un médico ortodoxo que sea capaz de escucharlo, o a un psicólogo alternativo, para que ellos le ayuden a re-encontrarse con su propósito vital. Ellos lo que hacen es colocarle un impulso sanador, sean los medicamentos homeopáticos, las agujas de acupuntura, la procaína, un medicamento bien dosificado, o un estímulo en su mente. Usted es el que encuentra su propio camino, es su propio organismo el que transita el camino hacia la sanación. Entonces se dará cuenta que la lucha por la vida no es tan dura como parece, y que como la mariposa, cada aleteo suyo significará vivir la vida, sentirla, disfrutarla, lucharla, junto a todos los seres que usted quiere, que son todos los seres humanos.
________________
1. Briggs J. y F. Peat. “Las siete leyes del caos”
2. Gómez R. y Jiménez J.A. De los principios del pensamiento complejo. Manual de iniciación pedagógica al pensamiento complejo. UNESCO. Quito, mayo de 2003.
3. Prigogine I. El nacimiento del tiempo. Tusquets Editores. Metatemas. Roma-Nápoles. 3ª edición. 1998.
4. Payán J.C. http://www.terapianeural.com/
5. Vanegas H. La salud desde la dimensión autopoiética. Doctorado Universidad La Salle, Costa Rica.
6. Varela F. El fenómeno de la vida. Dolmen Ediciones. 2ª Ed. España. Junio 2002.
Hernando Vanegas Toloza.
Cuando los creadores de la teoría del caos plantearon que “¿Provoca el aleteo de una mariposa en Brasil un tornado en Texas?”, no imaginaron siquiera el alcance que tendría tal formulación. Hoy vemos “efectos mariposa” por doquier. Los vemos y los comprobamos. La medicina no podría ser la excepción.
Al respecto nos dicen John Briggs y F. David Peat en su obra “Las siete leyes del caos” que “unos cuantos granos de polen que provocan un ataque de fiebre del heno en alguien” son un ‘efecto mariposa’. Si midiéramos el efecto de los granos de polen por su dimensión (invisibles al ojo, algunas de 20 nanomicras) podríamos considerarlos como despreciables. Sin embargo la amplificación que se produce una vez se ha desencadenado la cascada inflamatoria va desde la liberación de moléculas (anticuerpos, histaminas, etc), pasando por efectos sobre otras moléculas, sobre las células (liberación de moco) y los órganos y aparatos (inflamación y edema de laringe, por ejemplo), hasta compromiso de todo el organismo (urticaria, asfixia y muerte). 1
De esta manera se producen en el organismo humano a toda hora y todas las horas fenómenos de amplificación con su consiguiente retroalimentación positiva y negativa. Que equivaldrían a nuestras “mariposas” internas que están aleteando permanentemente. Generalmente son partículas diminutas que desencadenan la amplificación creando su propio vórtice. Hemos visto simplificadamente y un poco mecánicamente como actúan los granos de polen. Pero ‘así’ actúan miles de “alergenos” que ingresan a nuestro organismo.
Sin embargo, ¿por qué unos organismos responden desencadenando la cascada alérgica y otros no? ¿Por qué unos seres son sensibles y otros no? ¿Por qué unos organismos responden a la exposición a los alergenos por primera vez y otros necesitan exposiciones repetidas? Unos organismos responden a la primera exposición de un alergeno por una respuesta idiosincrásica, ampliada, mientras otros necesitan ser sometidos a exposiciones repetidas. En este caso cada nueva exposición va produciendo retroalimentación, y va “acumulándose hasta que aparece una resonancia y el efecto total estalla en un caos. (…) La resonancia ocurre cuando los sistemas vibran u oscilan en simpatía unos con otros, de modo que las menores conexiones entre ellos magnifican gradualmente su interacción mutua.” 1
Evidentemente estos no son efectos lineales ni pueden abordarse desde la óptica causa-efecto, precisamente porque una de sus características fundamentales es que son efectos no-lineales, llenos de particularismos o ‘individualidades’, “activos e interactivos, animados por retroalimentaciones no lineales y con la capacidad de producir cualquier cosa, desde sistemas autoorganizados hasta autosemejanzas fractales, pasando por el desorden caótico e impredecible.” (Piggs pg 207)1
En este nivel aparecen entonces algunos principios del pensamiento complejo, como el de recursión, el cual “está asociado a la idea de bucle retroactivo, pero va más allá de la idea cibernética de regulación. (…) Conduce al pensamiento complejo a las ideas de autoproducción y autoorganización”. Entrelazando estos tres conceptos podemos comenzar a comprender los sistemas complejos y en especial la vida si consideramos que una simple célula representa el microcosmos fractal del cosmos concretizado por la vida sobre la Tierra. 2
Allí surge entonces la pregunta mil veces formulada: ¿Qué es la vida? Al decir de Ilya Prigogine, “la vida es el tiempo que se inscribe en la materia. (…) La vida es el reino de lo no-lineal, la vida es el reino de la autonomía del tiempo, es el reino de la multiplicidad de las estructuras.” 3
Pero más que eso: ¿Qué es el cuerpo humano? Según el maestro Julio César Payán es un sistema biológico de alta complejidad con 30 billones de células, con unas 500 millones de moléculas enzimáticas a un promedio de 30 mil reacciones enzimáticas por segundo y por célula, termodinámicamente abierto, en constante intercambio de materia y energía con el medio (ecología); influenciado por la temperatura, la humedad, las corrientes de agua subterránea, el campo electromagnético, la posición de los astros, la composición del aire (contaminado o no) y de alimentos (transgénicos o no), la dieta, el trabajo, la familia, las relaciones interpersonales; mis pensamientos, tus pensamientos y emociones; los quantums, bariones y fotones., etc. Todo eso nos hace únicos, irrepetibles, con un caos estructurado individual (auto-eco-organizado). 4
El ser humano es entonces una estructura compleja, termodinámicamente abierta, que contínuamente se está renovando a sí misma, lo cual es lo mismo que decir con Humberto Maturana, que es una organización autopoiética, que mediante su metabolismo (metabolismo significa cambio) está manteniendo su homeostasis, y así su integridad como ser vivo. 5
El ser humano está vivo en la medida en que permanece en interrelación autopoiética con su medio, independientemente de que esta interrelación sea o no la más adecuada. Cuando se da una interacción destructiva, el ser humano se muere por la desaparición de la correspondencia con su nicho. Pero, ¿cómo aletea ese ser humano ante la presencia de impulsos externos como un alergeno? En primer lugar es necesario aclarar que para que el organismo reconozca un alergeno como extraño tiene que saber reconocer sus propias estructuras, es decir, lo que Francisco Varela llama el ‘primer registro del Ser’. 6
Entra en juego entonces lo que en medicina se denomina Inmunidad que implica el más profundo reconocimiento íntimo del organismo como primer e imprescindible paso para adelantar su tarea. Que según Varela conlleva a “introducir un marco conceptual y metáforico sustancialmente diferente” contrapuesto a las metáforas militares predominantes, el cual ‘subraya las capacidades cognitivas y de autoorganización de los procesos inmunitarios”. 6
Este sistema inmunitario debe tener la capacidad de reconocer diversos perfiles moleculares, aprender para saber cuáles moléculas son propias, y aprender a reconocer las extrañas, y desarrollar su memoria para conservar el recuerdo de las nuevas, a fin de producir las moléculas llamadas anticuerpos, todo en una íntima red cognitiva, imprescindible para el reconocimiento íntimo de lo que Varela llama el ‘yo/ no-yo’. Para más profundas interioridades les recomiendo leer el citado libro de Varela, toda vez que una explicación detallada la encontrará allí. 6
En todo caso, los anticuerpos se unen a muchas moléculas del yo en el embrión y en el adulto, y sin embargo no ocurre el horror autotoxicus, (de ataque a sus propias moléculas), debido a que hay anticuerpos libres y otros unidos a las membranas celulares, unidos unos a otros formando una red, lo cual les confiere su propia dinámica, o si se quiere su propio aleteo, afirmando la identidad del cuerpo. Para decirlo en palabras de Varela: “La danza mutua entre el sistema inmunitario y el cuerpo es … la que permite al cuerpo poseer una identidad cambiante y plástica a lo largo de su existencia y de sus múltiples interacciones.” Esta danza de la vida es precisamente uno de los efectos mayores del aleteo de nuestras mariposas internas, y “en lugar de ser una reacción contra los antígenos, es una empresa positiva y creativa”. 6
De algo que podría haber sido destructivo para nuestro organismo, resulta un evento positivo que afirma nuestra intimidad. Allí continúan danzantes, alborozadas, creando caos y estableciendo conexiones de red para dimensionarnos hacia nuevas vivencias, ya que a pesar de que cada mariposa aletea en su ambiente local, crea una cooperación global cuando todos los aleteos van logrando la sincronía de la danza.
Y de esa manera en esa estructura compleja que es nuestro organismo permanecen danzantes ininterrumpidamente nuestras 500 millones de moléculas enzimáticas a un promedio de 30 mil reacciones por segundo, en cada una de los 30 billones de células que componen nuestro ser. ¿Se imaginan? Qué algarabía molecular se forma en nuestro cuerpo que permanece a pesar de todo aparentemente silencioso y que si alguna manifestación percibimos de esa danza maravillosa sólo la sentimos por el calor que emana de nosotros (entropía). Sin saberlo todos nosotros queremos sentir esa danza cuando a la mujer amada –u hombre amado- le decimos poéticamente que ‘sin tu calor me siento muerto…’, entrelazando así sentir corporal y sentir amor, dos ‘sentires’ diferentes y entrelazados al tiempo que nos hacen experimentar ‘mariposas en el estómago’.
Y en estos aleteos tenemos que reconocer que no solamente las moléculas son las que aletean. También nuestro sistema nervioso, nuestra psiquis, y nuestro sistema endocrino, para comprender que es el sistema psico-neuro-endocrino-inmunológico el que está permanente e incansablemente ‘volando’ cual mariposa. Creando vórtices en su vuelo errático, aparentemente sin dirección. Que siempre nos lleva a efectos positivos, así muchas veces creamos que son negativos.
El efecto terapéutico del aleteo de una mariposa
En consecuencia, entendiendo un poco el ‘efecto del aleteo de una mariposa’ podemos llegar a comprender que cambios sutiles en nuestras vidas llegan, a la larga, a producir efectos positivos inmensos. Cambiar la actitud ante la vida, enfrentar los problemas de la vida diaria con optimismo, con seguridad, son ‘aleteos de mariposa’ en nuestro interiorísimo Ya que va produciendo efectos que van impresionando a nuestros vecinos, amigos, compañeros de trabajo, porque la energía que irradiamos a través de nuestra piel, nuestro ‘calor’, es positivo y llega a impactar a los seres que tenemos a nuestro alrededor.
Si nuestra energía es negativa, si estamos desesperanzados ante la crisis estructural que vivimos, ante la escasez de recursos, ante el oscuro panorama que vemos por la televisión, ante los muertos sin razón de aquí y de allá, podemos comenzar a cambiar esa energía mediante ciertos métodos que cambien esa energía. Yo particularmente recomiendo la meditación profunda, y si es posible y lo tiene a la mano, unas sesiones Reiki. 5 Meditar es sencillo, no requiere esfuerzo y carga de energía positiva nuestro organismo. Siéntese cómodo, no cruce ni brazos ni piernas, y comience a dejarse llevar, integrándose con el medio que lo rodea, ojalá escuchando una música de su agrado, suavemente. Déjese llevar…
Así de esta manera, comenzará a cambiar la propia percepción, comenzará a aprender a respirar, y con el paso de los días percibirá un cambio personal, en su visión ante la vida. Lo cual no significa, que usted dejará de lado los problemas. No, de lo que se trata es que con ese cambio personal, interiorísimo, comenzará “el proceso de transformación de la con-ciencia, el cual es un evento transformador a nivel social”, según nos dicen Priggs.
Los maestros del Caos nos señalan: “Los problemas médicos, sociales e individuales, tienen todos una dinámica holística. Así pues, ¿deberíamos declarar la guerra a las drogas o empezar a examinar seriamente el engranaje de factores que, dentro de nuestra sociedad, provoca que tanta gente joven recurra a las drogas? ¿Debemos aportar fondos sin fin para redadas en las que capturar a los capos de la droga, o debemos revisar los acuerdos internacionales que mantienen bajos los precios del café y que hacen que sea más provechoso plantar droga que cultivar café? Dicho de otro modo, ¿no deberíamos centrarnos en cómo se relaciona el abuso de las drogas con lo que somos como sociedad en el mundo moderno? Desde ese enfoque holístico quizás pueda emerger un nuevo tipo de acción” 1 (pg 214-215)
Y así de esta manera, aprenderemos a encarar todos y cada uno de nuestros problemas y a buscar sus soluciones. Incluso si se tiene una enfermedad, esta la debemos encarar como parte de nuestro proceso vital; en la medida en que entendamos que nos hemos enfermado porque necesitamos adecuar o recuperar nuestra armonía interna, o con el medio, natural o laboral, en esa medida enfrentaremos la vida con mayor fuerza y optimismo y las soluciones no nos parecerán tan lejanas ni imposibles. De esta manera está poniendo a volar sus mariposas internas.
Pero si no es capaz de hacerlo, no tema. Puede consultar a un médico alternativo, homeópata, acupunturista, terapista neural; o a un médico ortodoxo que sea capaz de escucharlo, o a un psicólogo alternativo, para que ellos le ayuden a re-encontrarse con su propósito vital. Ellos lo que hacen es colocarle un impulso sanador, sean los medicamentos homeopáticos, las agujas de acupuntura, la procaína, un medicamento bien dosificado, o un estímulo en su mente. Usted es el que encuentra su propio camino, es su propio organismo el que transita el camino hacia la sanación. Entonces se dará cuenta que la lucha por la vida no es tan dura como parece, y que como la mariposa, cada aleteo suyo significará vivir la vida, sentirla, disfrutarla, lucharla, junto a todos los seres que usted quiere, que son todos los seres humanos.
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1. Briggs J. y F. Peat. “Las siete leyes del caos”
2. Gómez R. y Jiménez J.A. De los principios del pensamiento complejo. Manual de iniciación pedagógica al pensamiento complejo. UNESCO. Quito, mayo de 2003.
3. Prigogine I. El nacimiento del tiempo. Tusquets Editores. Metatemas. Roma-Nápoles. 3ª edición. 1998.
4. Payán J.C. http://www.terapianeural.com/
5. Vanegas H. La salud desde la dimensión autopoiética. Doctorado Universidad La Salle, Costa Rica.
6. Varela F. El fenómeno de la vida. Dolmen Ediciones. 2ª Ed. España. Junio 2002.
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